La
noticia de la que voy a hablar hoy ha sido muy comentada en los últimos días.
La decisión del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, de destituir al
entrenador del equipo, Carlo Ancelotti, ha suscitado todo tipo de comentarios.
Como siempre en este blog, trataré de dar una visión alternativa, basada en lo
que no se nos suele contar. De ello trata mi libro, Las aristas borrosas del éxito (enlace aquí), ficción contemporánea, en el que los protagonistas son
personajes destacados de grandes corporaciones, como el que nos ocupa ahora.
La
gran mayoría de opiniones de estos días hacen hincapié en una cuestión: para el
presidente del Real Madrid, la figura del entrenador no representa algo fundamental. Prueba de
ello es que, durante sus doce años de mandato, han sido nueve los ocupantes del
banquillo blanco. Además, como muchos señalan, el perfil como técnico de un
entrenador cesado suele ser muy diferente, cuando no opuesto, al de su sustituto. Es decir, tras todos
estos años resulta evidente que no hay una línea clara en el estilo de
entrenador que la presidencia desea. Sin embargo, lo que casi nadie dice es que esto puede ser debido a
una idea: la de subrayar la necesidad de un cambio. Es decir, uniendo ambos
razonamientos: cuando hay un cambio de entrenador, no se busca necesariamente
alguien que proponga un juego basado en el ataque, o que promocione a jugadores
de la cantera, o que sea capaz de proponer innovaciones tácticas –variando incluso en un mismo partido-.
Se busca reforzar la idea de cambio, es decir, que se va hacia algo
diferente a lo que había antes.
El
otro punto en común fundamental es lo que constituye el capricho del
presidente, y que da título a esta entrada: su afición a realizar personalmente los –costosísimos- fichajes del
equipo. Hace tiempo que en el Real Madrid desapareció la figura del director técnico, que en
otros equipos de alto nivel se antoja crucial –véase el caso de Monchi en el
Sevilla año tras año, y aun el de Zubizarreta en el Barcelona, a pesar de su
reciente cese-. El director técnico, o director deportivo, entre otras
funciones, tiene la de proponer a la directiva los fichajes a realizar
–incluyendo el del entrenador-, así como recomendar a los jóvenes de la cantera
que pueden subir al primer equipo. Es, en suma, el responsable de la parcela
deportiva a medio y largo plazo, ya que del día a día se encarga el entrenador.
De lo cual se deduce que ambos, entrenador y director deportivo, deben trabajar
codo con codo, y por ello no es de extrañar que para el presidente del Real
Madrid sean figuras poco valoradas. El presidente, socio del Madrid desde
tiempo inmemorial, prefiere guiarse por los consejos de amigos y conocidos,
además de por su criterio personal, a la hora de realizar los fichajes. Dado que el club dispone de ingentes recursos económicos, no resulta difícil que casi siempre se consiga fichar a cualquier jugador que se desee. También
aquí quiero ir un poco más allá: el presidente valora mucho algo que, en
apariencia, no muchos otros hacen. Se trata de la dimensión mediática del
futbolista.
El
presidente es plenamente consciente del impacto mediático del Real Madrid en
todo el mundo. A pesar de ser un empresario de primera fila, presidente de la
multinacional ACS, y de tener por ello contacto con altos cargos de todo el
mundo, el fútbol le ha hecho subir un peldaño, casi diría que el último que le faltaba. Ha
pasado de, como empresario, tratar con ministros, secretarios de estado, y
otros altos cargos, a vérselas directamente con jefes de estado. A día de hoy,
el Real Madrid ha creado escuelas de fútbol en más de 70 países de los cinco
continentes. Según la revista Forbes, es el segundo club más valioso del mundo,
tras los New York Yankees de béisbol. Sin embargo, no es lo mismo valor que
popularidad; creo que la popularidad del fútbol sumando los cinco continentes
es muy superior a la del béisbol, y por ende, la del Real Madrid –y también la del
Barcelona- muy superior a la de cualquier equipo de béisbol. Así pues,
Florentino Pérez sabe que tiene en sus manos la gallina de los huevos de oro y,
dado que su actividad empresarial está ligada a la construcción de
infraestructuras, es fácil entender que su dedicación al Real Madrid redunda en
su faceta como empresario.
Por
ello, como se recuerda en estos días, no le importa lo más mínimo organizar grandes
actos cada vez que realiza un fichaje, y por ello, cuando ha comparecido para
anunciar la destitución de Ancelotti, ha preferido emplazar al mundo a un nuevo
acto, dentro de unos días, para presentar a su sustituto. En mi opinión no es porque le
encante darse baños de masas, o porque disfrute apareciendo en público, sino
porque es consciente de los beneficios que ello reporta al club, y a su propio negocio. Los fichajes
realizados en el último año dan idea de hasta qué punto van ligados sus
fichajes con la dimensión mediática del equipo: esta temporada han aterrizado
en Madrid los referentes futbolísticos de Colombia –James Rodríguez-, Costa
Rica –Keylor Navas-, Noruega –Martin Odegaard-, el elegido mejor mediocentro de
la liga brasileña –Lucas Silva-, y un campeón en el último mundial como Toni
Kroos. No cabe duda de que para Florentino Pérez la dimensión mediática es tan
importante como la puramente futbolística.
De
todos modos, todo lo anterior no llega a explicar el porqué de la destitución
de Ancelotti –otro fichaje mediático en su día, debido a su prestigio-, aunque puede dar
algunas pistas. Consciente en todo momento de la dimensión universal del Real
Madrid, el presidente tiene claro que una temporada que termina como la
actual, sin ningún título ganado, debe considerarse un fracaso rotundo. Haber
caído eliminados en las semifinales de la Champions League, o haber luchado por
la Liga española hasta la penúltima jornada no son atenuantes; en el mundo, lo
que se pide a un equipo ganador como el Real Madrid es que gane. De modo que,
cuando no se gana, hay que cambiar algo. No es suficiente con sonreír y decir
que el próximo año habrá que hacerlo mejor, o tener más suerte con las
lesiones. En la cabeza del presidente, que lleva siendo alto cargo de empresas
y diferentes organismos desde que tenía 26 años, el planteamiento está claro.
Para superar un fracaso se requiere, en primer lugar, un responsable. De este
modo, la primera medida a tomar debe ser prescindir de ese responsable, con lo
cual, en cierto modo, el problema ha empezado a resolverse. Va a llegar alguien nuevo, con capacidad para cambiar la situación. Como decía antes, cuanto más
diferente sea el nuevo responsable, mejor, ya que reforzará la idea del cambio.
Y una vez elegido el nuevo responsable, se comunica al mundo: “Hemos cambiado,
¿lo veis? A partir de ahora, todo va a ir mejor”.
No
es de extrañar, en vista de todo lo anterior, que su etapa como presidente no
esté plagada de éxitos. El hecho de que en doce años su equipo haya ganado tres
títulos de Liga, dos Copas del Rey y en otras dos ocasiones la Champions League
muestra que sólo en ciertas ocasiones la pléyade de estrellas mediáticas es adecuadamente
dirigida por el entrenador de turno y se logra uno o varios títulos. Sin
embargo, como es el caso de Ancelotti, cualquier cascada de títulos –cuatro en
el año 2014- o récord de victorias consecutivas quedará en nada si le sigue un
fracaso. Porque un fracaso, necesariamente, supondrá un cambio.
Así
que, muy pronto, llegará un nuevo entrenador al Real Madrid, que conseguirá
mantener su puesto mientras consiga títulos consecutivamente y será despedido,
sin duda, cuando se produzca un fracaso. Con toda seguridad, si el próximo año
por estas fechas el Real Madrid vuelve a quedarse sin títulos, el nuevo
entrenador será despedido –si no lo ha sido antes de final de temporada-. Mi
impresión personal es que Ancelotti ha decidido quedarse a vivir en Madrid el
año próximo, y sacar un abono para ver los partidos en el Santiago Bernabéu,
porque es consciente de esta situación. Incluso puede que haya sido el propio
Florentino quien se la haya planteado. En tal caso, ¿alguien se extrañaría de
que dentro de un año veamos de nuevo a Ancelotti entrenando al Real Madrid?
Sería algo coherente con todo lo anterior; un cambio ahora y, un año más tarde,
otro cambio que deshace el anterior. No hay que olvidar los logros deportivos de Ancelotti durante su primer año y medio y, sobre todo, la opinión favorable que ha conseguido por parte de plantilla, aficionados y prensa. Si ha sido destituido ha sido únicamente por la falta de títulos (Liga, Copa, Champions). De este modo, si las cosas no fuesen bien a lo largo de la próxima temporada, el mensaje presidencial dentro de un año
sería más o menos así: “con este entrenador no hemos conseguido el objetivo que nos
planteamos de volver a ganar títulos, así que traemos de nuevo al hombre que más
títulos nos ha dado en un solo año en toda nuestra historia. Bienvenido de
nuevo, Carlo”. Se admiten apuestas.
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