En la
última entrada de este blog se trataba por encima la situación reciente del
banco malo (SAREB) tras conocerse el cierre de sus resultados en 2014. Pues
bien, lo que ha ocurrido a continuación es que el nuevo presidente, que lleva
un par de meses en el cargo, ha admitido que es complicado que el banco pueda
dar rentabilidad a sus accionistas. Algo que debe haber sido esperado desde
siempre en ámbitos económicos, ya que hasta para un no financiero resulta
evidente la complicada situación de esta entidad.
Y, como
se decía en la otra entrada, los bancos y entidades financieras lo han tenido
claro desde el principio. Prueba de ello es que SAREB no ha comprado los
activos tóxicos con recursos propios, sino incurriendo en deuda, ya que su
capital es de unos 4.800 millones, de los cuales unos 2.200 han sido aportados
por el Estado a través del FROB, y el resto es lo que han tenido que aportar la mayoría de los
bancos y aseguradoras -más de veinte, en total- que operan en nuestro país. Para un no financiero,
resulta algo extraño disponer de solamente 4.800 millones para adquirir bienes
por 52.000 millones, ya que la deuda generará unos intereses capaces de absorber
cualquier posible beneficio –algo ya de por sí difícil de lograr-. El avalista
de la deuda de SAREB es, por supuesto, el Estado, a través del FROB.
El FROB
es el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, creado en 2009 a raíz de la
crisis financiera, ante la perspectiva de su inminente impacto en multitud de
entidades financieras de nuestro país. Lo cierto es que este organismo ha
tenido mucho trabajo desde entonces, ya que han sido muchas las entidades que
han tenido que recurrir a su ayuda. Esta ayuda se ha ido prestando a lo largo
de estos años con diferentes fines. El FROB1, que concedió ayudas a lo largo de
2010, lo hacía con la intención de que las entidades que tenían debilidades transitorias pero
eran viables, se fusionasen entre sí para aumentar su fortaleza. Esta primera
fase supuso un desembolso total de 10.066 millones de euros, cuyo reparto puede
verse en esta tabla.
En una
segunda fase, el FROB2, a lo largo de 2011, preveía aportar capital directamente en
cinco entidades que no habían sido capaces de encontrar capital privado, siendo
de esta forma nacionalizadas. Varias entidades lograron en el último momento
encontrar financiación –Bankia, salió a bolsa en verano de 2011 y
evitó su nacionalización, igual que Banca Cívica- y sólo fue necesario aportar 4.751 millones de euros,
cuyo reparto se muestra en esta tabla.
Finalmente,
lo que puede considerarse tercera fase del FROB es la intervención en el
proceso detallado en la entrada anterior, que supone la creación del SAREB para
que asuma los activos considerados tóxicos de las entidades. El importe total
desembolsado –o avalado, como hemos visto- en estas tres fases por el FROB
supera los 61.000 millones de euros, lo cual deja pequeños los importes de las
fases 1 y 2. La cuestión es que, aunque el FROB sea avalista de la deuda, como
se ha dicho, no puede aparecer como propietario de más del 50% del capital, y
en vista de la marcha de SAREB, es previsible que en un corto plazo sea necesario
realizar una ampliación. Pero eso es algo que, presumiblemente, veremos en los
próximos años. De momento, se puede echar un vistazo a las cifras de la
vergüenza, el importe total recibido por las entidades que han recurrido a las
ayudas públicas. Que, como se puede comprobar, han sido muchas.
Volviendo al comienzo de la noticia, el nuevo presidente de SAREB ha indicado, intentando transmitir un mensaje de optimismo, que ahora empieza lo bueno. Sin duda, para él es probable que sea así, a poco que siga el ejemplo de su predecesora. Me temo que no se puede decir lo mismo de los españoles de a pie.
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