Después
de varios meses de silencio vuelve la actividad a este blog, dedicado a comentar noticias
de actualidad que tienen algún tipo de relación con mi libro, Las aristas borrosas del éxito
(enlace aquí).
Lo
cierto es que los medios de comunicación proporcionan multitud de noticias de
actualidad que pueden tener relación con lo tratado en el libro. Algunas
materias afines, que todos podemos identificar en las noticias casi cada día, pueden
ser: tráfico de influencias por parte de cargos políticos, imperios empresariales
llevados a la ruina debido a una mala gestión, grupos de poder capaces de ejercer
influencia sobre procesos económicos aparentemente ajenos a ellos…
Sin
embargo, hoy no voy a comentar ninguna noticia concreta de la actualidad –a
pesar de que abundan los ejemplos, como he indicado- sino que voy a hacer
referencia a todas ellas en conjunto. Es decir, lo que me interesa hoy es
resaltar la amalgama de situaciones que pasan por delante de nuestros ojos
cuando echamos un vistazo a la portada de algún medio electrónico de comunicación,
y los –posibles- sentimientos que pueden despertar en el lector. Mi idea es
que, en el fondo, nuestras percepciones y sentimientos son parecidos a lo que
se experimenta al leer un libro, sólo que con éste, al dedicarle más tiempo,
nos podemos recrear más en nuestras sensaciones, y por ello los libros suelen
dejar recuerdos más duraderos. La lectura de las noticias se ha convertido para
mucha gente en una especie de producto de consumo diario, que se puede digerir
con suma facilidad, por ejemplo, mientras uno se desplaza al trabajo utilizando
un medio de transporte público. Aunque no siempre es así: también hay quienes
dedican cierto tiempo a leer con calma ciertas noticias que, por cualquier
motivo, les evocan algún tipo de sentimiento e incluso les llevan a una
reflexión posterior.
Podemos
comenzar por un primer tipo, a menudo el más morboso, formado por noticias de
alto impacto negativo ocurridas en cualquier parte del mundo. Se trata de
catástrofes naturales, accidentes de transporte, atentados terroristas, crímenes
obra de algún perturbado o de grupos organizados… Noticias que, por un lado,
pueden producir sentimientos de compasión, solidaridad con las víctimas, irritación
por que se detecten indicios de negligencia o mala intención… O, por otro lado,
sentimientos de oculta satisfacción por el hecho de que todas esas calamidades
sean ajenas al ámbito del lector. En ocasiones, es inevitable comparar: si aquí
no ocurren esas desgracias, en el fondo, estamos mejor que en todos esos
lugares. Como indicaba antes, es algo parecido a lo que se puede sentir cuando vemos
que los personajes de nuestra novela se encuentran ante graves dificultades: en
parte, nos podemos solidarizar con ellos y contagiarnos de su tensión, pero en
el fondo sabemos que estamos tranquilamente sentados mientras leemos las
tribulaciones que padecen. Sentimos que a nosotros no nos puede ocurrir nada de
eso… aunque a veces sí.
A
continuación podemos nombrar otro grupo de noticias que, por sus
características, suelen resultar más cercanas a un lector, digamos, promedio. Y
que, debido a esta cercanía, pueden despertar sentimientos más vivos, y
reflexiones más duraderas. Entre ellas, cómo no, las relativas a la situación
política y económica en la ciudad, la región o el país del lector –en otras
regiones del mundo, entiendo que hay mayor desconexión, como en el primer tipo
de noticias-. Por ejemplo, la coyuntura económica actual, y las confrontaciones
entre partidos políticos de orientaciones opuestas, suelen estar siempre
presentes en los medios de comunicación. En nuestro contexto concreto, las
noticias referentes a la corrupción y los múltiples procesos judiciales
asociados a ella tienen sitio reservado en los medios prácticamente a diario. Claro
está, estas noticias suelen desatar la indignación de la mayoría de los
lectores. Más aún si la situación económica personal no es precisamente boyante,
como le ocurre a mucha gente. En el paralelismo con los libros, podríamos decir
que algo parecido nos ocurre cuando vemos reflejado en algún personaje una
situación que hemos sufrido nosotros mismos, especialmente cuando vemos que está
cometiendo un error que también nosotros cometimos en su día. O cuando es
víctima de alguna injusticia frente a la que no puede hacer nada. En estos
casos, la conexión emocional se agudiza y el vínculo creado es más intenso.
Por
último –y afortunadamente-, también hay noticias que simplemente nos
entretienen, aunque puedan tener alguna ligera connotación para el que las lee.
Es el caso, por ejemplo, de las noticias deportivas, o de crónica social, o
culturales, o científicas. Son noticias que gusta leer, por afición, aunque el
deportista o equipo al que se anime sufra una derrota -tanto más agradables si
se trata de una victoria-. Del mismo modo, las noticias del corazón, en las que
cotilleamos en la vida de personajes famosos, sus aventuras y desventuras,
suponen un entretenimiento en el que no se da prácticamente ninguna implicación
personal, ya que el lector medio no tiene una vida parecida a la de las estrellas
de cine, o la realeza internacional. Igualmente, las noticias culturales o
científicas suelen resultar agradables de leer, más allá de que puedan tener
alguna connotación positiva o negativa –por ejemplo, el fallecimiento de algún
destacado artista-. Este tipo de noticias tendrían su paralelismo con partes de
los libros que sentimos como totalmente ajenas a nosotros, porque no nos
recuerdan prácticamente ningún aspecto de nuestra vida. Y, de este modo, se
suelen leer con un sentimiento más neutro, al no mediar habitualmente las emociones.
Sin
duda, el hecho de establecer categorías tan generales como las anteriores hace
que las mismas estén abiertas a muchas excepciones. Pero mi intención es más
bien establecer un paralelismo entre nuestras sensaciones al leer un libro
–actividad a la que algunos se dedican en sus momentos de mayor tranquilidad
del día- y otra actividad mucho más banal, como suele ser informarse sobre las
noticias diarias.
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